Ante Nigeria…no se pudo

Abu Dhabi, Noviembre 08 (2013).- El sueño de la selección mexicana de lograr el tricampeonato del Mundial sub 17 terminó convertido en una pesadilla sufrida a manos de Nigeria que apabulló al Tri 3-0 para proclamarse campeón del mundo por cuarta ocasión en la historia de esta justa.

Ni siquiera es que México haya jugado mal. No va por ahí. La realidad es que Nigeria fue infinitamente un mejor equipo y punto. Como ya había dado prueba en todo el certamen, el equipo africano, con todo y las dudas que había sobre la real edad de sus integrantes, traía un nivel distinto al resto, se encontraba a años luz de los otros y los 26 goles anotados con los que cerraron el certamen te dan prueba de ello.

Los goles del encuentro fueron un autogol de Aguirre, al minuto 9, Iheanacho, al 56’, y Muhammed, al 81’, decretaron el triunfo nigeriano.

México fue valiente. Y hay que sentirse orgulloso de este equipo porque a pesar de sus claras limitantes frente a los africanos, Raúl Gutiérrez y sus muchachos se murieron con la suya de imponer el conjunto a la individualidad, de ser solidario y no apostar por la brillantez de uno solo.

Y también fue agresivo. Sabían que era una apuesta muy arriesgada. La perdieron. Enfrente había una máquina de hacer goles. No era para menos. Pero el Tri saltó al campo a atacar, a tratar de hacerle daño al rival y Nigeria le aceptó el reto. Lo esperó, tranquilo, sin aspavientos, y cuando hubo que meter velocidad, lo hizo para desbaratar los sueños mexicanos.

Los nigerianos aprovecharon su gran fuello físico. Y defendían con nueve, cerrando cualquier centímetro de cancha a los mexicanos, y atacaban muy poco, las estadísticas así lo avalan, pero cuando se desataban, lo hacían hasta con siete hombres, copando a su rival y siendo letal. La ecuación llegadas al arco-gol, le da un altísimo porcentaje e efectividad a los campeones del mundo.

Ni los intentos de Iván Ochoa por derecha, el ir y venir dentro y fuera del área del Güero Díaz, el empuje de Govea y Rivas o los gritos de Wibas y Terán surtieron efecto. Todo fue estéril. Nigeria era un bloque inquebrantable y un león a la hora de atacar. Demasiado para un Tri que era mucho equipo, pero poco talento a la hora del desequilibrio individual.

En este México no había las grandes figuras, esas desequilibrantes que te resuelven el partido en una jugada. Y hoy hacían falta esos. Pero nada para lloriquear, porque igual de meritorio fue la apuesta por el juego de conjunto. No sirvió, Ni hablar. La actuación de El Potro y sus muchachos es brillante, nada menor a eso.

México se quedó en la orilla. Pero en nada se parece a los habituales tragos amargos que nos receta nuestro futbol. Hoy hay que sentir orgullo. La sub 17 volvió a ser ejemplo, a dar lección.

Información y foto: Milenio